ÁRTICO,ANTÁRTICO MEDIO AMBIENTE

Hay dos zonas frías, una en el hemisferio norte y otra en el hemisferio sur. La primera está situada al norte del círculo polar ártico y la segunda al sur del círculo polar antártico. En los polos las temperaturas son muy bajas porque los rayos solares llegan muy inclinados respecto a la superficie terrestre. 

Las temperaturas son bajas todo el año, pues nunca alcanzan los +10 ºC, llegando en invierno hasta los -50 ºC. Las causas son la fuerte inclinación de los rayos solares y la alta capacidad del hielo y de la nieve para reflejarlos. No obstante, existen diferencias entre los bordes de las zonas polares, donde la temperatura del verano sube de 0 ºC, y la zona de casquete polar, donde permanece siempre bajo 0 ºC. 

En el sur, el imponente casquete glacial y el aislamiento del resto del planeta impuesto por el Océano Antártico impidieron la existencia de cualquier asentamiento humano hasta el establecimiento de las primeras bases científicas a comienzos del siglo XX. La casi total ausencia del hombre a lo largo de la historia ha reducido, por definición, el ámbito de investigación a las ciencias experimentales, desde la geofísica a la biología, la glaciología, la oceanografía, la meteorología o la astronomía, por citar algunas disciplinas. Sin embargo, los medios de locomoción modernos han permitido resolver parcialmente las dificultades de acceso, sobre todo durante el invierno antártico, cuando la capa de hielo disminuye de 15 a 1 millón de km2. 

Por el contrario, en el otro lado del planeta, los territorios que rodean el Océano Ártico son lo suficientemente templados como para albergar poblaciones indígenas desde hace milenios, y más recientemente el océano helado del Ártico se ha repartido entre sus naciones costeras: Islandia, Escandinavia y Groenlandia, Rusia, Estados Unidos y Canadá. Aunque permanece aislado y cubierto por 7 millones de km2 de hielo permanente, el Océano Ártico se ha convertido desde la guerra fría en una región muy vigilada. 

Como explica Olav Orheim, director del instituto polar noruego de Tromsø, “esta presencia humana constante aporta al Ártico un contexto histórico, económico y sociológico, que no sólo amplía considerablemente el campo de las ciencias árticas, sino que además amplifica mucho el volumen de las actividades estrictamente científicas”. 
Tanto es así que la investigación militar, la prospección petrolífera y de minerales, los estudios de impacto medioambiental, la biología terrestre y la evaluación de las existencias halieúticas figuran entre los campos de investigación que se encuentran mucho más desarrollados en el Ártico que en el Antártico.